El acceso a una vivienda digna y de calidad es una de las prioridades del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y una pieza clave para fomentar la cohesión social. La necesidad de adecuar las futuras promociones a las demandas que nuestro tiempo requiere, en términos tipológicos, constructivos, ambientales y sociales, dibuja un nuevo escenario tanto en las políticas de vivienda en el ámbito metropolitano como en el planteamiento para mejorar los procedimientos administrativos con vistas a facilitar a los arquitectos jóvenes su acceso universal a los concursos.
Dentro de este marco, el AMB ejerce sus competencias en políticas de suelo y vivienda a través del Instituto Metropolitano de Promoción del Suelo y Gestión Patrimonial (IMPSOL), el cual promueve una vivienda de protección oficial, asequible, sostenible, de calidad e innovadora, atendiendo a la dualidad entre las necesidades locales de los municipios y las estrategias metropolitanas, con el objetivo de articular su territorio y aportar continuidad al tejido urbano.
La situación de emergencia climática y habitacional, así como el riesgo de exclusión por pobreza energética, han llevado a considerar como principios básicos la calidad arquitectónica y la eficiencia energética de las propuestas. Las instituciones públicas deben trabajar para no comprometer el bienestar de las generaciones futuras. Por ello, la sostenibilidad tiene que ser uno de los ejes prioritarios de las nuevas promociones, puesto que los edificios no solo deben cubrir la necesidad residencial, sino también acercarse al consumo casi nulo (es decir, reducir la huella ecológica y minimizar las emisiones de CO₂, los residuos generados durante el proceso de construcción y la demanda energética posterior).
Otros criterios para la construcción de las viviendas son la innovación tipológica y tecnológica, así como la inclusividad y la perspectiva de género. Las nuevas formas de habitar deben hacer aflorar un nuevo paradigma de vivienda pensada tanto para el modelo tradicional de familia como para las nuevas unidades de convivencia; una vivienda donde se eliminan los espacios de pasillo para incrementar las superficies de las estancias, de modo que todas las piezas de la vivienda tengan unas dimensiones similares, con usos que se flexibilizan y que permiten adaptarse a futuros cambios. Así mismo, los espacios propios del uso doméstico deben tener igual calidad que el resto y, en general, deben ser abiertos y favorecer que dos personas puedan llevar a cabo las tareas conjuntamente. En esta misma línea, los espacios intermedios, ya sean privados o comunitarios, climáticos o abiertos, han tomado una importancia capital.
En definitiva, se ha pasado de entender la vivienda como un producto para un destinatario concreto (el usuario), a entenderla como un bien de interés general que las personas utilizan y que a la vez beneficia a la sociedad.
La reciente pandemia de la COVID-19 ha hecho cambiar muchos de nuestros hábitos, así como la perspectiva que teníamos de las viviendas, y nos ha llevado a reforzar las estrategias cualitativas que se habían diseñado con anterioridad y que ya estaban incorporadas en el modelo de concursos y en las promociones.
Tanto el modelo de concurso del AMN/IMPSOL como las propuestas arquitectónicas resultantes, algunas de ellas construidas y otras en ejecución, han sido ampliamente difundidas entre las administraciones y el colectivo de arquitectos.
La promoción ubicada en la parcela del antiguo Cine Pisa de Cornellà de Llobregat es un claro ejemplo de todos los valores descritos. Se trata de una promoción planteada en 2017 y finalizada en 2020, gestionada con eficacia a pesar de las dificultades del momento que vivimos. Apostar por la innovación tipológica y tecnológica con costes muy ajustados y un calendario también muy ajustado implica riesgos importantes, que asumimos generando un entorno de confianza entre las distintas personas que intervienen en el proceso de desarrollo de la promoción (equipo de arquitectura y colaboradores, técnicos del AMB/IMPSOL, administraciones, constructora...). El IMPSOL no es un promotor que observa los problemas desde la barrera, sino que pisa el terreno y acompaña a los autores a lo largo del recorrido: llegamos a consensos, compartimos riesgos y decisiones, así como éxitos y también errores, de los que aprendemos para mejorar. A la hora de entregar una promoción aplicamos la misma filosofía: transmitimos a los destinatarios de las viviendas la perspectiva de los que han intervenido en su construcción, les explicamos los valores que se pretenden con el edificio, hacemos pedagogía y los acompañamos en todo momento para que el edificio pueda ser utilizado tal y como fue concebido. Así, los nuevos paradigmas de la vivienda se divulgan fuera de los círculos de aquellos que participamos en su concepción y ejecución. Solo de esta forma pueden conseguir de verdad el éxito y el buen funcionamiento. Porque nuestro objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas, no solo la de las que viven en el edificio, sino de la sociedad en general.
Sin ser el objetivo prioritario, estamos viendo recompensados todos estos esfuerzos con el reconocimiento recibido en el ámbito local, nacional y también internacional. Es todo un orgullo que alienta a todas las partes implicadas a continuar trabajando en esta línea.
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