Preservar todo aquello con potencial es sostenible, derribar para transformar también puede serlo.

Entrevista a HArquitectes ganadores del tercer premio del Premio Mapei 2020
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16 de abril de 2021

¿Qué ha supuesto para vuestro equipo ganar el premio Mapei?
¡Satisfacción!... Los reconocimientos a las obras construidas, que siempre arrastran muchísimo trabajo (años) atrás, nos producen una enorme satisfacción. Y con un jurado con arquitectos admirados, cómo es el caso, doble satisfacción.

Además, tuvimos la suerte de ganar la primera edición (2017) de los Premios Mapei con las Cristalleries Planell, y reincidir ahora con la Lleialtat Santsenca, esta vez con un tercer premio, en un certamen que premia la ‘buena arquitectura con criterios de sostenibilidad’, cómo es el caso, nos señala, de alguna manera, que poco a poco hemos ido consolidando una manera de hacer (arquitectura) coherente y de calidad.

¿Cuál fue el mayor reto o desafío que planteó el proyecto?
En la Lleialtat, los retos eran múltiples -quizás siempre lo son- y apasionantes.
Principalmente, cómo reconvertir una (casi) ruina catalogada en parte esencial, y no meramente decorativa, de un nuevo edificio. Cómo dar continuidad a un edificio (muy querido por el barrio), preservando su memoria, sin renunciar a su imprescindible transformación.
En la fachada no había discusión, protección máxima. La limpiamos, la saneamos y rehicimos las partes maltrechas. Siempre dejando las marcas del paso del tiempo. No teníamos ningún interés en devolver el edificio al punto ‘cero’ -cien años dejan rastro a cualquiera-.
Dentro, recuperamos las dos salas principales y más significativas de la cooperativa original (1928), la tienda a pie de calle y la sala polivalente del primer piso -la del balcón-; preservamos las medianeras (con la historia del edificio dibujada) y derribamos partes en muy mal estado. Con el derribo de las zonas de servicio anejas a las dos salas principales, pegadas a la medianera, abrimos una gran calle interior. El corazón del edificio. Una calle que mueve los usuarios de forma muy clara y espacialmente potente.
Finalmente, quizás una de las operaciones más complejas fue el diseño y ejecución de la nueva cubierta, una estructura montada sobre cerchas de madera originales, sobre recrecidos de paredes existentes, o sobre muros y pilares de ladrillo íntegramente nuevos, al fondo de la parcela… donde solo se salvaron del derribo las medianeras (siempre con su historia tatuada) que aquí no eran estructurales.

¿Cómo integrasteis la sostenibilidad en el diseño y la obra?
Con naturalidad. Des de las estrategias más iniciales y hasta el final.
Con sistemas cuanto más pasivos mejor. Buscando un edificio climáticamente adaptable basado en las características de los materiales y sistemas existentes y añadidos y en su organización (constructiva, o espacial).
Preservar todo aquello con potencial (¡cualquier potencial! estructural, térmico… estético, etc.) es sostenible. Derribar para transformar también puede serlo.
Dimos continuidad a los sistemas constructivos y estructurales originales, muros de carga de ladrillo, cubiertas ligeras, etcétera. Aunque lo nuevo y lo viejo siempre son claramente diferenciables. Las muchas etapas de la vida del edificio se hacen visibles y acaban confiriendo la característica esencial de la nueva Lleialtat, su carácter. Su alma. Nada sería lo mismo sin lo preexistente y nada sería lo mismo sin lo añadido.

La calle interior es la expresión máxima de esa arquitectura casi-espejo-de-una-historia. Un espacio a triple altura, monumental, pero con la escala adecuada, de muros transhistóricos masivos (inercia) y unas cubiertas ligeras (luz y aire, y sol o sombra). La calle, o atrio, es un espacio intermedio sin climatización directa. Un tampón térmico que siempre mejora las condiciones (climáticas) exteriores. Generador de un confort bioclimático radicalmente estacional, que también se beneficia del aire (primario) climatizado del resto de salas (el recuperador de las climatizadoras está en la parte más elevada del atrio). Y que reduce a menos de la mitad el volumen climatizado con sistemas activos y, en definitiva, reduce el consumo del edificio.

¿Cuáles son las claves o motivaciones que os definen a la hora de abordar un nuevo proyecto?
En general los nuevos retos nos interesan -y nos dan sentido cómo arquitectos-. La necesidad de constante evolución, y la satisfacción después de cada (pequeño o gran) logro, nos sitúa permanentemente en actitud y predisposición para salir de nuestra zona de confort y así posibilitar soluciones menos previsibles (innovar, descubrir, errar…). Y esto puede ocurrir por nuestra predisposición (ADN) o gracias a las particularidades propias de cualquiera de los vectores propios de un proyecto (clientes, programa, presupuesto, normativas, contexto, etcétera).

Siempre invertimos muchas horas de diálogo y reflexión antes de decidir si nos metemos en un (nuevo) proyecto. Con los clientes privados, múltiples entrevistas para discernir (mutuamente) si tendremos o no el marco adecuado para evolucionar el proyecto hasta donde sea preciso (¿el límite?). En los concursos también tratamos de analizar bien el potencial del encargo, en todos los sentidos. Aunque en todos los casos siempre hay riesgo… aunque ahí estamos para convertir un (mal) encargo en una oportunidad -¡no hay excusas!-.

¿Qué nuevas edificaciones o rehabilitaciones estáis desarrollando ahora?
La lista quizás parecerá excesivamente larga, incluso puede llevar a cierta confusión, pues es (engañosamente) larga, y la realidad es que cada proyecto lleva su tempo -y sus imprevistos y arritmias…- y con algunos llevamos ya bastantes años, aunque ahora coincidan en el tiempo. Pero, sin duda, no nos podemos quejar.

Ahora mismo, tenemos en construcción: la reconversión de una antigua nave industrial en la sede (oficinas) de una empresa farmacéutica en Esplugues; un par de casas muy bonitas en Barcelona; la recuperación de una masía en él Empordà y de una pequeña casa de pueblo cerca de Banyoles; y nuestra obra más grande hasta hoy, un edificio de vivienda pública en Gavà (131 apartamentos). Ah, y ya casi acabadas, un par de casas entre medianeras en Granollers y Cerdanyola del Vallès.

En proyecto: cerrando un par de equipamientos en Barcelona (rehabilitaciones), el Teatre Arnau y la conversión de la última bòbila (tejería) de la ciudad en un centro vecinal para el pequeño barrio de la Teixonera -ambos, debido a la pandemia, de incierto inicio de obra-; a parte, la conversión de unas naves industriales (bastante grandes) en un equipamiento para discapacitados en Terrassa, un pequeño edificio polivalente para eventos en Granollers y un bloque de vivienda pública (35 apartamentos) en Sant Andreu de la Barca -¡primer premio en 2008!-.

También hacemos algunos concursos, pero no demasiados -intentamos ser muy selectivos-. Ahora mismo, unas bodegas en Francia y, recién entregado, la ampliación del MACBA en Barcelona. Veremos si hay suerte…

 

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