El mayor reto del proyecto ha sido poner al perro en el centro del diseño

¿En este proyecto compartisteis con los promotores una ética medioambiental?, ¿en qué consistió?
Educan lleva 20 años trabajando en el sector educativo y canino desde la ética, empezando por el bienestar animal, inseparablemente unido a una preocupación por el medio natural. Lo que nos ha unido a ambas partes es entender que el cuidado por el medioambiente tiene multitud de capas conectadas, y por eso es fundamental entender todo proyecto como un ecosistema complejo. En Educan es tan importante que los suelos sean los más adecuados a la fisiología canina, como que el centro sea una arquitectura responsable medioambientalmente, en una tipología en la que apenas existen referentes.

El jurado destacó de Educan “la exploración arquitectónica de una mirada distinta desde el usuario y el uso de los materiales”. ¿Es una constante en vuestros diseños o en este caso tiene un especial relieve?
Llevamos varios años trabajando en proyectos que ponen al usuario en el centro (sea un humano o una comunidad animal), y que tienen especial cuidado por los recursos materiales que movilizan. Un ejemplo fueron los stands que desarrollamos junto a Zuloark, David Cárcenas, Juanito Jones y María Mallo para el Congreso CONAMA en 2016 y 2018 que se construían con los recursos disponibles en los almacenes municipales, con materiales que eran entendidos como obsoletos (maderas reutilizadas de bancos madrileños, esferas de farolas retiradas por los cambios de iluminación a LED), pero que para nosotros eran bellos y útiles materiales para construir un stand. El proyecto se construía por tanto dando segundas vidas a esos materiales, y pasaban a tener además una segunda vida, como una infraestructura de bancos y gradas públicas asociada a la Biblioteca de Conde Duque, donde decenas de adolescentes se reúnen y estudian cada tarde desde hace 5 años.

Otro proyecto que hicimos juntos fue The Young Old House, una ampliación de vivienda rural donde por ejemplo, con la sustitución de una cubierta de madera con patologías, reutilizamos todas las vigas de madera para construir el mobiliario urbano (mesas, estanterías y bancos) de la casa, o donde reutilizamos algunas contraventanas de huecos transformados en puertas interiores para nuevas estancias.

¿Cómo integráis la sostenibilidad en vuestros proyectos?
Como comentábamos antes, sostenibilidad es reducción de materiales y reutilización de materiales (como en Educan hemos hecho especialmente con los 6 contenedores de obra, que suponen unos 24000 T de acero cuyo ahorro, además reducir recursos mineros-materiales, equivale por ejemplo a evitar las emisiones de CO2 de un vehículo estándar durante 6 años). Pero la sostenibilidad también es recuperar ecosistemas de un entorno alterado, reactivar su flora y su fauna, y construir mejores ambientes para los humanos y no humanos. Y sostenibilidad también es dotar de buenas prestaciones técnicas a un edificio (aislamiento, rendimiento de las instalaciones de climatización), pero sumar al usuario como agente activo y cuidador de sus propios espacios, por ejemplo haciéndole corresponsable de bajar las persianas enrollables o cerrar las celosías correderas cuando en verano pega el sol directo en el edificio, o haciendo lo contrario en invierno, o manteniendo limpios los bebederos que se llenan con el agua de lluvia para perros y aves. 

¿Cuáles fueron los mayores retos que tuvisteis que abordar en Educan?
El mayor reto del proyecto ha sido precisamente el punto de partida de este: poner al perro en el centro del diseño. A partir de ahí comenzamos a diseñar a base de ensayos, de buscar posibilidades materiales y hacer hipótesis ya que no existen referentes arquitectónicos para este tipo de programas y edificios. Algo tan sencillo como el diseño del suelo por ejemplo, aquí se convirtió en un reto para poder adaptarse a las delicadas patas caninas. Lo mismo ocurrió con el resto de detalles constructivos caninos. Ese cambio en el sistema de referencia, y el pensar el edificio como parte de un ecosistema, es a la vez un reto y la propuesta principal de Educan.

¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente?
Yo (Enrique) estoy centrado en mi tesis doctoral que aborda los cambios que se dan en nuestra disciplina en torno a los años 90 e inicios de los 2000 que relacionan crisis, cultura libre, colaboración o trabajo en red… También estoy desarrollando un proyecto cartográfico de recuperación de la memoria popular en entornos rurales despoblados, mapas y procesos participativos con agentes locales para recuperar un patrimonio popular en peligro de extinción (una primera fase la estoy desarrollando con mi compañero David Cárdenas en Beamud, Cuenca). También con Lys estamos con otro proyecto aún en proceso, un centro ecológico que conecta alimentación, gastronomía, espacios de trabajo y naturaleza, en la Sierra de Madrid.

A mi (Lys) me gusta entender mi práctica como arquitecta con tres “patas” abrazadas o interconectadas, siempre desarrolladas en redes de trabajo colaborativas. Por una parte, la docencia. En estos momentos soy profesora asociada en la ETSAM y suelo colaborar con universidades internacionales en workshops, como por ejemplo UDLA Chile. Por otra parte, la práctica arquitectónica, muy diversa siempre. Ahora, además del proyecto que menciona Enrique, estoy trabajando en un proyecto expositivo que cuestiona la materia, diseñando una serie de inmuebles-muebles urbanos, y una vivienda rural. Mi tercera pata es la investigación. En estos momentos estoy desarrollando mi tesis doctoral en la Universidad de Alicante que investiga las ecologías urbanas de la ciudad contemporánea a partir de tres libros-manifiestos urbanos, y formo parte del proyecto de investigación Inteligencias Colectivas como parte del colectivo Zoohaus.