Tienen la gentileza desde esta publicación de consultarnos sobre los objetivos de EDUCAN como promotores de La Caja Verde… ¿qué es lo que queríamos? No es una pregunta difícil, pero no tengo una explicación corta.
En EDUCAN nos dedicamos al entrenamiento de perros y a la formación de educadores caninos, y, aunque somos la entidad más importante del sector en nuestro país, esto no quiere decir que seamos muy grandes, sino que las empresas que nos dedicamos a esto somos muy pequeñas: unipersonales o familiares mayoritariamente. Además, la media de los profesionales solemos tener formación centrada en conocimientos específicos, y nuestro nivel económico es medio-bajo o, frecuentemente, bajo.
Lo anterior hace difícil asumir determinados horizontes a la hora de construir: no hay interés en el prestigio o consolidación de imagen, ni medios para aguantar un tiempo de obra largo o innovar con determinados materiales o procesos, se suma que nuestras instalaciones, incluso las más ambiciosas, suelen ser manejadas por una sola persona, esto implica límites de mantenimiento y uso.
Sin embargo, requerimos espacios de trabajo grandes para dar servicio a grupos de perros y alumnos: desde pistas de trabajo, donde se soltará a los perros, pasando por aulas, talleres y oficinas, sin olvidar el almacenaje, pues usamos un utillaje voluminoso. Completa este breve perfil de nuestro sector, necesario para encuadrar lo que pretende La Caja Verde, el hecho de que, por normativa, hemos de estar fuera de los núcleos urbanos. Todo lo anterior ha llevado a que los centros caninos sean naves simples, con materiales y diseños poco ecológicos, poco confortables y mínimamente polivalentes, siendo frecuente lograr los diferentes espacios de trabajo a través de construcciones específicas para cada uno de ellos, que no suelen ser sino variaciones de estas naves baratas e ineficaces.
Al construir La Caja Verde nuestra gerente Eva Alda, arquitecta de formación, y yo, como CEO, quisimos cambiar las cosas de manera que pudiera ser replicada por nuestro sector. No queríamos hacer un edificio singular, sino un prototipo, un modelo para nuestro colectivo. No La Caja Verde, sino UNA Caja Verde, la primera. Nos dedicamos al entendimiento y convivencia de nuestra especie con otras, tenemos conciencia ecológica, y sumamos el interés de Eva por el urbanismo, entendido aquí en su dimensión organizativa, proteica, de la construcción respecto al conjunto de su emplazamiento, constituyéndose como parte activa e integral -que no solo integrada- en la totalidad que le rodea.
Y, paradójicamente, uno de los lugares donde un solo edificio puede hacer urbanismo es en un campo ecológicamente afectado por la agricultura. Porque ser sostenible y ecológico son cualidades pasivas, y quisimos sumar un concepto que creamos para este proyecto, la ecoactividad: un edificio que no se limita a no tener impacto negativo, sino que es un agente activo para restaurar una ecología degradada, un edifico que no se limita a ofrecer un uso eficaz, sino que construye un flujo de relación mejorada entre diferentes especies, perros y personas, pero también varias especies voladoras: gorriones, cernícalos primilla, murciélagos y una pareja de lechuzas. Había un riesgo, ¡¡los perros intentarían cazarlos!! Para evitarlo y crear un ecosistema armónico, la planta baja está dedicada a la actividad específica de la empresa, con un diseño que coloca a los perros en ras de igualdad, en sincronía, con las personas, como las gradas del aula donde se pueden sentar juntos (y que, además, son un gran espacio de almacenaje). Los espacios tienen múltiples usos, como la pista de trabajo convertible en dos aulas formativas en menos de quince segundos y que se puede extender uniéndose a pistas exteriores, ampliando y mejorando el espacio de trabajo y confort. Esto evita construir de más y agiliza el trabajo.
El piso superior se lo reparten las personas en actividades de mantenimiento y especies voladoras con dificultades para encontrar lugares altos y protegidos donde anidar debido a los cultivos. Ellos obtienen casa, comida y seguridad, potenciando su presencia y facilitando su reproducción, y nosotros un servicio de control de plagas, roedores e insectos, evitando usar venenos, peligrosos para los perros. Cernícalos y gorriones hacen el turno de día, lechuzas y murciélagos les toman el relevo cuando anochece. ¿Qué queríamos? Un edificio rápido y barato de construir, ecoactivo y polivalente, que gestionado -más en segundos que en minutos- por una sola persona, cambiase por completo su funcionalidad para las distintas actividades que ofertamos en un mínimo espacio. Y, un añadido, con el suficiente, impacto y presencia, como para ser un estandarte en el que fijarse y del que pudiera aprovecharlo todo cualquier profesional de nuestro sector que quisiera construir su propio centro canino. Porque lo que cabe en una Caja Verde es toda nuestra profesión.
Suscríbase a nuestro boletín para recibir las noticias de Mapei
Comentarios
Load more comments