El pasado 26 de junio, Valladolid fue el epicentro de un debate necesario sobre el presente y el futuro de la edificación. El evento “XL Valladolid”, organizado por Green Building Council España (GBCe), reunió a voces expertas de la arquitectura, la industria y la gestión pública para abordar un objetivo compartido: transformar radicalmente el modelo de construcción para hacerlo más sostenible, inclusivo y justo.
En MAPEI asistimos a este encuentro porque compartimos la convicción de que los grandes cambios se gestan en la conversación abierta y honesta entre todos los agentes. Y XL Valladolid fue precisamente eso: un espacio donde las ideas desafiaron las inercias.
El lema “Pensar en grande” no es un simple reclamo.
Durante la jornada, salieron a la luz reflexiones que no dejan indiferente. Se habló de la urgencia de colocar la salud de las personas y la regeneración del entorno en el centro. De la necesidad —no una opción— de revisar nuestros modelos económicos y sociales para un cambio de paradigma en la construcción, impulsado por una visión regenerativa y la justicia social. Y es que seguir apostando por la construcción como si los recursos fueran inagotables o como si el planeta pudiera soportar cualquier huella, es un juego que ya hemos perdido.
Además, quedó claro que transformar la construcción no significa solo innovar en productos o técnicas. Implica mirar la ciudad y sus barrios como ecosistemas vivos, con memoria y con futuro: hay que poner el foco en la rehabilitación, la regeneración urbana y la eficiencia energética real, más allá de los marcos regulatorios.
La intervención de Bruno Sauer (director general de GBCe) puso el dedo en la llaga con “The Shift”, esa iniciativa internacional que, lejos de las modas, invita a aprender del conocimiento y la sabiduría del sur global.
¿El mensaje? Tan simple como incómodo: el modelo que hemos exportado durante décadas, hipertecnificado, intensivo en recursos, obsesionado con el rendimiento, no funciona. Ni aquí, ni allí.
La innovación que de verdad cuenta es la que conecta con el territorio, aprovecha lo que ya existe y piensa en el confort real de las personas. Como cuando un arquitecto recupera un sistema constructivo tradicional porque, sencillamente, sigue siendo la mejor respuesta al clima local. O cuando se escogen materiales próximos, reduciendo transportes y emisiones. Pequeños gestos que, sumados, transforman.
Uno de los hilos conductores del evento fue la necesidad de trabajar en la escala del barrio, de la comunidad. Allí donde la sostenibilidad deja de ser un concepto abstracto para convertirse en calidad de vida.
Se habló de proyectos de rehabilitación energética, sí, pero también de iniciativas vecinales, de cooperativas de vivienda o de políticas públicas que ponen la vivienda digna y saludable en el centro.
La verdad es que, si queremos hablar en serio de neutralidad climática, la rehabilitación energética debe dejar de ser un “mercado” para convertirse en una responsabilidad colectiva.
Porque es ahí —en el parque edificado existente, a menudo envejecido y obsoleto— donde se juegan las cifras reales de consumo energético y emisiones.
Y no se trata solo de aislar mejor o cambiar ventanas. Se trata de actuar sobre la envolvente y de repensar sistemas, gestionar la demanda energética y garantizar el confort de las personas que habitan esos edificios.
En MAPEI llevamos años comprometidos con soluciones integrales para la rehabilitación, porque sabemos que mejorar un edificio no es solo intervenir en sus muros: es, en realidad, contribuir a regenerar todo su entorno. Desde nuestros sistemas de aislamiento térmico por el exterior (SATE) hasta las soluciones específicas para la impermeabilización y el control de la humedad, nuestra apuesta siempre ha sido clara: materiales duraderos, eficientes y seguros, pensados para extender la vida útil de los edificios y cuidar de quienes los habitan.
Además, contamos con sistemas como Mape-Antique, especialmente diseñados para la rehabilitación de estructuras históricas y muros antiguos, donde la transpirabilidad, la compatibilidad con soportes tradicionales y el respeto al patrimonio resultan esenciales. Con ellos, la rehabilitación energética y la conservación del valor arquitectónico caminan de la mano.
XL Valladolid no fue solamente una sucesión de ponencias para la galería, fue más bien un espacio de preguntas incómodas y respuestas valientes; una invitación a salir del “esto siempre se ha hecho así” y abrirse a nuevas formas de diseñar, construir y habitar.
Porque, al final, la sostenibilidad no es un objetivo sectorial ni un sello para la web corporativa. Es el único camino posible si queremos que nuestras ciudades sigan siendo lugares habitables.
La neutralidad climática, esa meta que a veces suena lejana o burocrática, empieza aquí. En cada decisión técnica. En cada proyecto que apuesta por rehabilitar en lugar de demoler. En cada profesional que entiende que eficiencia y salud van de la mano.
Y cuanto antes lo entendamos todos… mejor.
En MAPEI, lo vivimos cada día junto a los profesionales del sector. Rehabilitar un edificio no es “arreglar lo viejo”. Es —en muchos casos— darle una segunda vida, adaptarlo al presente y hacerlo parte de la solución climática del futuro.
Pensemos, por ejemplo, en una fachada en Madrid sometida a veranos cada vez más extremos. Apostar por un sistema de aislamiento exterior que reduzca la transmitancia térmica a valores cercanos a 0,23 W/m²·K no solo mejora el confort interior y reduce la factura energética. También significa, en términos globales, frenar las emisiones asociadas al uso de energía y contribuir a la salud urbana.
Y es ahí donde las decisiones cotidianas —las que tomamos en cada proyecto, en cada obra, en cada cálculo— se conectan con ese objetivo común de neutralidad climática. Porque no se trata de grandes gestos, sino de miles de gestos responsables que suman.
XL Valladolid nos dejó claro que el cambio ya está en marcha. Y desde MAPEI seguiremos apostando por las soluciones, las alianzas y las ideas que lo hagan posible.
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