El edificio es un elogio a lo vernáculo, a lo local y a la austeridad en los acabados.

Entrevista a Carles Oliver de IBAVI, ganadores del primer premio del Premio Mapei 2022 por el proyecto “8 Viviendas de promoción pública en Salvador Espriu 39”.
20 de abril de 2023
Foto: Alfonso Reina, Carles Oliver, Xim Moyá, arquitectos del IBAVI

Es la segunda vez que una obra promovida y diseñada por IBAVI consigue un Premio Mapei, lo cual confirma claramente que sois un referente en la arquitectura sostenible a nivel nacional, ¿hay una fórmula para hacer buena arquitectura sostenible?

Fórmula no, pero modelo sí. 

Nuestra propuesta consiste en dotar de confort a los espacios mediante la utilización de sistemas bioclimáticos pasivos, muchos de los cuales proceden de las características de los materiales usados de bajo impacto ambiental y preferiblemente locales, y que constituyen el patrimonio cultural de cada lugar. Dicho de otra manera, resolver confort, programa, estructura, construcción, espacio, integración urbana y adaptación al cambio climático, aplicando una única estrategia global y unitaria.

Todo ello en un contexto de vivienda pública social que implica trabajar desde la máxima coherencia y la economía de medios, y erradicar lo caprichoso, lo casual, lo que no sea necesario, así como los prejuicios estéticos procedentes de un movimiento moderno obsoleto expresión de unos materiales industrializados intrínsicamente ligados a las energías fósiles y un modelo de crecimiento ilimitado y sostenido que no atiende a los efectos negativos que genera.

El jurado definió textualmente que vuestro proyecto - “propone un lenguaje propio para expresar la sostenibilidad a través del uso de la piedra de marés como absoluta protagonista. El edificio es un elogio a lo vernáculo, a lo local y a la austeridad en los acabados. Los materiales otorgan una alta calidad al ambiente interior que invita a vivir en el edificio. La respuesta urbana logra una integración con el entorno excelente”. ¿Qué elementos de los anteriormente descritos fueron más importantes para vosotros, a la hora de definir el proyecto?

Este nuevo lenguaje, en nuestro contexto mediterráneo insular, surge de recuperar, actualizar y adaptar nuestro patrimonio cultural a nuestras necesidades contemporáneas: la magnitud de las emergencias climática, sanitaria y habitacional del siglo XXI confirman la necesidad de un cambio de modelo productivo, social y económico, para conseguir la autosuficiencia energética y material, la justicia social, el bienestar y la sostenibilidad ambiental, económica y social. La compatibilidad entre estos elementos es lo más importante.

Marés y materiales de KM0, integración en el paisaje, tecnología que nos acerca al consumo nulo, y un profundo respeto por el territorio, ¿este es el futuro de la construcción?

Ese es un posible futuro, como mínimo en determinados territorios. 

Si en nuestro planeta se hablan más de 7.000 lenguas, parece que, frente a la homogeneidad globalizada de finales del siglo XX, deberían existir al menos 7.000 lenguajes distintos para hacer frente a la emergencia climática, cada uno adaptado a su territorio. 

En las Islas Baleares se está desarrollando de forma colectiva un lenguaje arquitectónico, adaptado al mapa de recursos locales de bajo impacto ambiental, que por lo general coincide con los oficios, sistemas constructivos y materiales preindustriales, habitualmente en vías de desaparición, pero no totalmente extintos.

Actualmente, estáis desarrollando múltiples proyectos, ¿qué nos puedes explicar al respecto?

Esta legislatura, gracias al impulso de Cris Ballester y a la dedicación y convicción de todo el equipo, el IBAVI ha promovido casi unos 50 proyectos, la mayoría redactados por equipos externos. De hecho, Salvador Espriu es uno de los casos excepcionales que se han redactado internamente por parte del personal del IBAVI y que, aunque ha servido tanto para demostrar la viabilidad de una serie de soluciones como para abrir camino, el verdadero valor del IBAVI a nivel de cambio de modelo es la investigación que supone la suma de todos los proyectos, cada uno adaptado a sus circunstancias específicas para ser lo más eficientes a nivel ambiental, económico y social.

Junto a estos arquitectos, estamos diversificando y evaluando todas las opciones viables que supongan una mejora para dar una respuesta a las emergencias habitacional y climática, en un proceso de mejora continua de aprendizaje y selección de alternativas. Además de la piedra de marès, se han ensayado estructuras de madera contralaminada (Lloc arquitectes), estructuras mixtas de madera y piedra (TEd’A), estructuras cerámicas preferiblemente fabricadas con energías renovables (ej. Estudi 08014, Peris + Toral, Addenda, Carles Enrich, López-Rivera, etc.), se han introducido en las Islas Baleares los bloques prefabricados de tierra comprimida (Peris + Toral, Vivas), se está construyendo un edificio con muros de tierra procedente de la excavación de otro edificio del IBAVI (Castellarnau + Bunyesc), se han desarrollado bloques prefabricados de árido reciclado del edificio preexistente en el solar, lo que se conoce como ‘Urban Mining’ (Harquitectes), y hemos explorado sistemas optimizados de hormigón como los bloques de hormigón aligerado (Reusing Posidonia, MOIX), las estructuras a compresión tipo bóveda para reducir la obsolescencia de la corrosión de las armaduras (Assut + Vora + Muntané), o las losas alveolares (ej. Estruch-Martorell, Francés-González-Limón). La suma de todos estos proyectos constituye un know-how muy valioso para cumplir los objetivos de descarbonización que exige la Comisión Europea.


Premio Mapei Arquitectura Sostenible Ibavi Carles Oliver

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