La Arquitectura como Medicina Preventiva: Entrevista con Sonia Hernández

Entrevista realizada a Sonia Hernández para el especial Sostenibilidad de la revista Realidad Mapei 

7 de noviembre de 2024

 

¿Qué te llevó a especializarte en todo lo relativo a la salud vinculada a la arquitectura?

Decidí estudiar arquitectura porque siempre me pareció una profesión con un impacto trascendental en la vida de las personas. Al finalizar mis estudios, tuve la oportunidad de trabajar con Frank Gehry en su estudio de Los Ángeles, una experiencia sumamente gratificante tanto a nivel profesional como personal. Sin embargo, al regresar, me di cuenta de que sentía una creciente necesidad de explorar una manera de hacer arquitectura que estuviera más centrada en las necesidades humanas. Fue ahí cuando comencé a tirar de un hilo que me llevó a la bioconstrucción, y en esa aproximación encontré el lugar donde realmente quería estar: diseñando espacios que no solo son cognitivamente atractivos, sino que también promueven la salud real de las personas.

¿Los promotores públicos y privados son conscientes de su responsabilidad a la hora de promover proyectos saludables?

Algunos sí, pero todavía son poquitos. O lo saben, pero no tienen todas las estrategias para cambiar, porque el sector es inmovilista, porque les da miedo hacer las cosas un poco diferentes, porque tienen resistencias… aunque la evidencia cada vez es más clara. Los entornos de vida (allí donde vivimos, trabajamos, pasamos el ocio…) condicionan nuestra biología. Así que espero que cada vez sean más los promotores que realmente se responsabilicen en diseñar y materializar espacios saludables, adaptados a las necesidades biológicas, fisiológicas y cognitivas de las personas. 

¿La nueva taxonomía europea de los materiales ayudará a regular la planificación y el uso de materiales apropiados?

La nueva taxonomía europea de los materiales es sin duda un gran impulso, pero no es suficiente. La investigación en este campo siempre va por delante de la legislación, y la normalización tiende a llegar tarde. Por eso, en cuestiones de arquitectura y salud, es esencial llevar la investigación directamente a la práctica de forma inmediata. Esto es precisamente lo que hago: aplicar la evidencia en exposoma y los estudios relativos a salud y entorno en proyectos reales, a través de criterios de bioconstrucción, sin esperar a que la normativa se actualice. La regulación llegará, pero mientras tanto, tenemos la responsabilidad de actuar ya con el conocimiento disponible para crear entornos más saludables.

Nos consta que has profundizado mucho en la conveniencia del uso de los diferentes materiales que se pueden prescribir en un proyecto, para conseguir entornos y resultados saludables, ¿qué les recomendarías a las arquitectas/os que empiezan hacerse preguntas al respecto?

A los arquitectos que empiezan a hacerse preguntas sobre los materiales, les recomendaría que primero profundicen en el conocimiento de las propiedades físicas de los mismos. En muchos casos, tendemos a abordar los materiales desde una perspectiva puramente mecánica o estética, cuando en realidad aportan mucho más. Por ejemplo, es clave entender su capacidad de acumulación de calor o inercia térmica, ya sea en el aislamiento, en un tabique o en un pavimento.

Además, es fundamental conocer de qué están hechos los materiales, ir más allá de las simples declaraciones de impacto ambiental (ACV) y exigir información detallada sobre los ingredientes. Solo así podremos discernir si estamos utilizando un material natural o uno que ha sido excesivamente aditivado. 

Un buen símil sería la alimentación: cada vez somos más los que leemos la letra pequeña y podemos elegir entre productos de alimentación locales, de temporada, menos aditivados e incluso orgánicos. Lo mismo sucede con los productos de construcción; debemos saber de qué están hechos para poder elegir alternativas más saludables. ¡Y alternativas, hay!

Partiendo de que la salud no tiene precio, ¿piensas que el sobrecoste de usar determinados materiales supone un freno importante a la hora de prescribir determinados materiales?

Es cierto que la salud no tiene precio, pero el sobrecoste de ciertos materiales suele percibirse como un obstáculo. Sin embargo, deberíamos replantearnos cómo medimos los costes de las cosas. No se trata solo del coste económico inmediato, sino de entender el impacto completo: medioambiental, social y sobre la salud.

Cuando elegimos un material más barato a corto plazo, no siempre consideramos las consecuencias a largo plazo, como la contaminación que genera en su producción, los residuos que deja tras su vida útil o las implicaciones para la salud de las personas que habitan el espacio construido con esos materiales. Si ponderáramos estos factores, probablemente cambiaríamos nuestras decisiones. Por ejemplo, un material natural puede parecer más costoso al principio, pero su durabilidad, necesidades de mantenimiento, bajo impacto ambiental y/o contribución a la calidad del aire interior podrían, con el tiempo, compensar con creces ese gasto inicial.

Al integrar todas estas variables en nuestra toma de decisiones, estaríamos eligiendo de manera más responsable, no solo desde un punto de vista económico, sino también en términos de sostenibilidad y salud.

Al igual que has participado en calidad de jurado de los premios Mapei, nos consta que también colaboras en la redacción de los pliegos de licitación de determinadas obras de carácter público, ¿crees que está todo por hacer o ya se pueden ver resultados del cambio de mentalidad en torno a la necesidad de pensar, proyectar y hacer una arquitectura sostenible y saludable?

Aún queda mucho por hacer en el camino hacia una arquitectura verdaderamente sostenible y saludable. Aunque empiezan a surgir ciertos cambios, el sector todavía no está lo suficientemente formado ni maduro como para afrontar estos retos de manera integral. A menudo encontramos respuestas poco reflexivas o intentos de “lavado verde” que no abordan el problema de fondo. Una arquitectura descarbonizada y saludable requiere un cambio profundo en la mentalidad del sector, lo cual implica madurar y entender las implicaciones reales en términos de medio ambiente, salud y bienestar.

Sin embargo, hay señales alentadoras. Por ejemplo, las bases de concursos como los de Incasòl, en los que he tenido la oportunidad de participar, son claros ejemplos de iniciativas que pueden actuar como palancas de cambio. Estos modelos empiezan a establecer criterios más exigentes y reflexivos, fomentando una arquitectura más comprometida con la sostenibilidad real y la salud, y muestran que otra manera de construir es posible. Aunque el camino es largo, ya podemos ver algunos avances que marcan la dirección correcta.

¿Crees que tendía que cambiar el Código técnico de la construcción para dar respuesta a todas las necesidades actuales en torno a la sostenibilidad y la salud?

Desde luego que el Código Técnico de la Edificación (CTE) necesita cambiar para dar respuesta a las necesidades actuales de sostenibilidad y salud. Pero, antes de modificar la normativa, es crucial que el sector entienda lo que realmente implica la sostenibilidad y la repercusión que tiene la arquitectura en la salud de las personas. Esto incluye aspectos del exposoma físico, químico, biológico y cognitivo.

Como mencioné antes, la normativa tiende a ser lenta y a reaccionar con retraso frente a los cambios y desafíos actuales. Sin embargo, no necesitamos esperar a que la legislación se actualice. Ya podemos trabajar bajo criterios que promuevan una arquitectura más saludable y sostenible, aplicando buenas prácticas que vayan más allá de los mínimos legales, dando respuesta a las necesidades actuales y anticipándonos a las normativas futuras.

¿Nos puedes poner un par de ejemplos de proyectos en los que hayas participado y sean especialmente significativos para ti?

Uno de los proyectos más relevantes para mí ha sido la redacción de la Guía de Espacios Interiores Saludables del COAC, disponible solo para arquitectos colegiados. Esta guía es importante porque familiariza a los arquitectos con algunas de las variables clave relacionadas con la salud en el diseño de interiores, ofreciendo herramientas para mejorar los espacios que proyectan.

Otro aspecto que destaco es mi labor formativa, tanto en el posgrado que dirijo como en mi rol de tutora de máster y colaboradora en otras formaciones. Es muy gratificante ver cómo, cuando explico a arquitectos y diseñadores el impacto que tiene la arquitectura en la salud y cómo pueden mejorarlo mediante el diseño constructivo, quedan sorprendidos de que nadie se lo haya señalado antes. Se dan cuenta de que pueden aportar un valor inmenso a sus proyectos, y eso realmente transforma su manera de trabajar.

Por último, es especialmente gratificante acompañar a personas con problemas de salud y comprobar cómo a través del diseño podemos solucionar algunas patologías y mejorar su calidad de vida. Algunos ejemplos son problemas respiratorios relacionados con alta presencia de contaminación biológica en sus hogares, personas que descansan mal debido a las condiciones de su dormitorio, o que tienen unas condiciones ambientales deficientes en su espacio de trabajo. 

Y finalmente, ¿en qué proyectos nos puedes contar que estés trabajando actualmente?

Actualmente, uno de los proyectos que más ilusión me hace es mi colaboración con el equipo de redacción de Solterra, una cooperativa de vivienda senior que está rehabilitando un antiguo hotel. Este proyecto reúne varios aspectos que me apasionan: vivienda cooperativa, rehabilitación, procesos participativos, bioconstrucción y salud. Es un ejemplo muy integrador de un cambio de paradigma.

Otro proyecto que me apasiona es el formativo, y además este año me estreno como profesora asociada en el departamento de construcción de la ETSALS, para introducir la bioconstrucción en grado de arquitectura! También ahora me encuentro organizando el programa del que será el VIII Congreso de Arquitectura y Salud, que desde hace muchos años vengo organizando con Elisabet Silvestre y Toni Solanas. Reservad fecha para mayo 2025!

Y otro proyecto muy interesante, aunque quizás menos visible, es el vínculo que estoy creando entre centros de investigación en ciencias de la salud y su aplicación a criterios arquitectónicos en algunas administraciones. Aunque no siempre se ve de forma inmediata, este tipo de colaboración tiene un gran impacto, ya que integro avances científicos en la planificación y diseño de espacios más saludables.

Autor Xavier Jiménez Sama


Salud Sostenibilidad

Manténgase en contacto

Suscríbase a nuestro boletín para recibir las noticias de Mapei